Hay distintos tipos de masaje manual, pero básicamente el objetivo de todos ellos es conseguir que cada músculo esté haciendo el trabajo que le es propio. Si existe un exceso de rigidez o tensión se actúa para liberarla; si el problema es de un exceso de laxitud se busca la estimulación para recuperar el tono del músculo. En definitiva, se estimula, relaja, alarga y equilibra la estructura del cuerpo.
El masaje además aumenta la circulación de la sangre. Se incrementa la temperatura de la piel y mejora su estado fisiológico. Se acelera la eliminación de toxinas estimulando el sistema linfático , por lo que es muy adecuado para mejorar problemas circulatorios y de retención de líquidos. También baja las inflamaciones, disuelve las adherencias de los tejidos blandos y de ahí su importancia en la rehabilitación de lesiones traumatológicas (esguinces, fracturas consolidadas, luxaciones...). Distiende los músculos y tendones contraídos. Seda y relaja el sistema nervioso central y periférico recuperando el tono de la musculatura esquelética. El masaje presenta un importante campo de acción, es un gran apoyo para la mejora de muchas patologías y debe utilizarse como complemento para mejorar nuestro bienestar, entendido éste como el equilibrio de nuestra energía vital. |